Las obras del artista surcoreano Do Ho Suh emiten delicadeza y una brutal contundencia, algo que resulta fascinante.
La mayor parte de sus creaciones, instalaciones a gran escala, arropan al espectador en una extraordinaria intimidad y nostalgia.
La relación entre lo individual y lo colectivo es sin lugar a dudas uno de sus temas más recurrentes, pues Do Ho Suh juega precisamente con la idea de lo que es el espacio interpersonal.
Lo anterior se debe a que el artista proviene de un país en el que el grupo tiene un gran peso como representación de la unidad. Esta fuerza, esta unidad se refleja en el pueblo del que proviene debido a que constantemente están en alerta ante las amenazas de sus vecinos del norte.

Pero la unidad no lo es todo para Do Ho Suh ya que en sus creaciones también exploran el desarraigo. El haber abandonado su país natal para vivir desde hace años en Nueva York hace que constantemente esté buscando pertenecer.
A través de los años, Do Ho Suh ha plasmado de forma poética en sus obras la nostalgia, la soledad y la sensación de no pertenencia.

Sus creaciones esculturales por un lado muestran un aspecto frágil, súper delicado, pero una vez que se les ve de cerca el espectador comprende realmente lo fuerte que es su estructura.
Todas sus instalaciones cuentan con una ejecución técnica impecable y retoman una y otra vez las temáticas antes mencionadas por lo que acentúan la idea de no pertenencia, de contar con una gran barrera emocional, cultural y política.

Do Ho Suh crea con sedas, telas y varillas metálicas espectaculares instalaciones para asegurar que, al menos en aquel espacio, existe un lugar en el cual ha podido construir un lugar al cual puede regresar.
