Jean-Honoré Fragonard, el pintor de la sensualidad del siglo XVIII

05 de Abril de 2021 a las 09:11 hrs.

 

El pintor Jean-Honoré Fragonard fue uno de los artistas más prolíficos del siglo XVIII y, sin duda alguna, de los más reconocidos.

Fragonard exploró todos los estilos pictóricos: desde el retrato hasta los paisajes y las escenas familiares, pero destacó y será recordado por la representación de sensuales escenas.

Su trayectoria profesional estuvo marcada por un viaje que realizó a Italia, ya que en aquel país empezó su romántica observación de jardines, fuentes, templo y terrazas, elementos que incluiría más adelante en sus obras.

Cuando regresó a París su estilo aún no estaba definido, así que en un principio se enfocó en la pintura religiosa e histórica, pero esta temática lo cansó y simplemente la dejó.

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Después de esto Fragonard decidió representar escenas de amor y placer, como las que había puesto de moda François Boucher con su estilo galante, propio del rococó, y del que había sido discípulo.

Pronto su trabajo, lleno de sensualidad y erotismo para aquella época, fue reconocido en la corte de Luis XV.

Los trazos del pintor son ligeros y llenos de colores, pero su estilo es marcadamente rococó y voluptuoso, por lo que fue conocido como el querubín de la pintura erótica.

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Entre sus mejores clientes se encontraban aristócratas y altos burgueses, así que rápidamente se volvió un artista bastante cotizado.

En sus obras Fragonard plasmaba escenas de amor en las que imperaba la insinuación, sin caer en lo vulgar.

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El columpio, El beso robado, Las bañistas y El cerrojo, son algunas de sus obras más famosas en las que el espectador puede disfrutar de lo erótico con una asombrosa elegancia.

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Luego de que se casó, Fragonard cambió la temática de sus pinturas. El pícaro tono de sus obras se acabó y empezó a concentrarse en las atmósferas pastoriles y bucólicas.

El éxito de este artista terminó en cuanto la Revolución Francesa comenzó, debido a que sus mejores clientes resultaron afectados con la misma y su estilo entró en desuso, ya que en aquel momento lo importante, al menos en el ámbito del arte, era lo relacionado a la historia y los grandes formatos.

En 1793 Fragonard dejó París para regresar a principios del Siglo XIX, pero terminó en la miseria absoluta y así es como murió.

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