Hace más de 200 años, Mary Shelley escribió Frankenstein o el moderno Prometeo, un hermoso relato que habla sobre la pérdida y el dolor que, al contar con el elemento de ficción, le permitió mostrar quién era verdaderamente.
El logro de Mary Shelley de haber escrito a sus 18 años de edad la primer novela de ciencia ficción crece considerablemente cuando se sabe más sobre el contexto en el que el libro fue creado.
Mary W. Shelley nació en un mundo de hombres, algunos bondadosos y otros realmente dañinos. Desde pequeña Shelley estuvo familiarizada con el dolor de la pérdida y la ausencia, por lo que halló en el conocimiento un refugio.
Sin lugar a dudas, la pérdida de su madre, hijos y hermanas, además de la inmensa distancia que sentía entre ella y su padre, la marcaron.
Para Mary Shelley no hubo mejor combustible que la soledad y la opresión para crear un libro que estaba destinado a brillar y convertirse en un clásico.
Retrato de Mary Wollstonecraft por John Opie. Foto tomada del National Portrait Gallery.
Desde el principio, Mary Shelley intercambió su vida con la de su propia madre, Mary Wollstonecraft, una destacada escritora y filósofa.
Solo pudo descansar en los brazos de su madre durante menos de dos semanas antes de que muriera. Sus únicas visitas fueron a la tumba y desde dicho momento en adelante, su felicidad se vio por siempre teñida por el dolor y las ausencias.
A partir de ese momento muchas tragedias cayeron sobre ella, más de las que la mayoría de las personas podrían soportar.
Cuando la pequeña Mary apenas tenía cuatro años, su padre, William Godwin, quien era un filósofo y escritor de ideas liberales para dicha época, se casó de nuevo con Mary Jane Clairmont, una mujer con la que nunca pudo llevarse bien.
William Godwin, quien no gozaba de la mejor reputación en aquella época y quien constantemente estaba endeudado, dio una buena educación a su hija, lo que le permitió escribir de forma profesional más adelante.
Fue gracias a su padre que Mary Shelley conoció a Percy Shelley, su esposo, ya que este joven veía en William Godwin un mentor, por lo que hasta llegó a encargarse de sus deudas durante varios años.
El escándalo llegó a la vida de Mary con Percy debido a que se enamoraron cuando él aún estaba casado y poco tiempo después quedó embarazada.
La situación se complicó más cuando la aún esposa de Percy Shelley también quedó embarazada, así que lo único que se les ocurrió a Mary y Percy fue fugarse y llevarse con ellos a Claire Clairmont, la hermanastra adolescente de Mary por la estrecha relación que tenían.
Los tres jóvenes huyeron a Lucerna, Suiza, pero la aventura fue breve ya que no contaban con dinero, así que en menos de tres meses estaban de vuelta en Inglaterra, lugar en el que todos los rechazaron.
Por más de un año los tres vivieron en una relación de amor libre, pero la alegría les duraría poco ya que Mary sufrió la muerte de su primera hija, quien nació de forma prematura, lo que la sumergió en una profunda depresión.
Retrato de Percy Shelley por Alfred Clint. Foto tomada del National Portrait Gallery.
El nacimiento del monstruo
Para levantar el ánimo de Mary, Percy decidió llevarla a Cologny, Suiza, junto con su segundo hijo, William, a Villa Diodati, hogar de Lord Byron, quien en ese momento mantenía una aventura con Claire, la hermanastra de Mary.
En 1816 el clima en Cologny era terrible, tanto que se le conoció el “año sin verano” debido a que las lluvias les impedían salir de Villa Diodati, por lo que el grupo que se encontraba en la residencia decidió entretenerse leyendo historias de fantasmas.
Una de esas noche, Lord Byron propuso a sus invitados que escribieran una historia de terror, pero en aquel momento a Mary Shelley simplemente no se le ocurrió nada, lo que la atormentó por varios días.
La historia de Frankenstein poco a poco fue construyéndose en la mente de Mary y así ella se puso a trabajar en la obra sin saber que esta cambiaría su vida. En ella, Mary hablaba sobre la vida y la muerte, la responsabilidad de la paternidad y de desafiar a lo establecido.
En dicha obra, Mary Shelley habla de todos aquellos temas que habían sido una constante en su vida.
Por lo tanto, Frankenstein es más que la historia de un ser que no tiene un lugar en el mundo, la de un hombre que lo rechaza al igual que su responsabilidad por haberlo creado y que es condenado a la soledad tras la muerte de sus seres más queridos.
Pero la historia de Mary Shelley no terminó ahí, pues a su regreso de Suiza, la pareja se casó y las desgracias que estaban por llegar impactarían su vida aún más.
La ex esposa de Percy se suicidó poco tiempo después, al igual que su hermana Fanny Imlay, hija de su madre antes de que se casara con Godwin.
Su segundo hijo (William), al igual que su tercera hija (Clara), enfermaron y murieron mientras la familia estaba de viaje por Italia.
La muerte no dio tregua a Mary y Percy también falleció durante una excursión en velero en dicho país, así que los únicos que regresaron a Inglaterra fueron ella y su cuarto hijo, Percy Florence Shelley.
Su vida no fue fácil, pero a lo largo de los años Mary Shelley escribió todo tipos de obras: novelas históricas, historias cortas, ensayos y novela gótica.
Frankenstein emplea varios recursos de la narrativa gótica, género nacido en Inglaterra a finales del Siglo 18, ya que combina la ficción, el horror y la muerte, lo que la hace una obra única.
Pese a que Shelley perdió a casi todo el que quería, ella convirtió su dolor en arte y así dejó huella en este mundo.