A lo largo de la historia, el hombre se ha comunicado de diversas formas y la comunicación escrita ha sido el medio por el que ha logrado mantener contacto a distancia, trascender y preservar su historia.
La caligrafía es el arte de escribir con un lápiz, bolígrafo, tinta y pluma letra bella, artística y correctamente formada, siguiendo diferentes estilos y utilizando un instrumento de escritura; y también puede entenderse como el conjunto de rasgos que caracterizan la escritura de una persona o de un documento.
Las primeras formas de comunicación escrita fueron las pinturas rupestres a través de las que el ser humano documentaba su historia.
Con los pictogramas el hombre comunicaba ideas, deseos y acontecimientos que lo marcaban.
Los primeros alfabetos fueron atribuidos a los sumerios (3000 a.C.), fueron adoptados por babilonios y asirios. A través de más de 600 signos silábicos se comunicaban grabando sus ideas con herramientas sobre arcilla.
En el año 900 a.C., los griegos adaptaron a su lengua el alfabeto fenicio.
Conforme pasan los años, las letras van adquiriendo la forma y el significado que ahora conocemos, surgen las capitales romanas que se caracterizan por su rigor estructural que evocaba la majestuosa arquitectura romana.
En el siglo IV surge la escritura semiuncial, escritura personal que favorece una escritura veloz; surgen las minúsculas.
Durante el siglo III d.C. surge la escritura uncial, desarrollada para la escritura de los textos sagrados.
Esta escritura se caracteriza por ser veloz de escribir, legible y elegante.
En el medioevo la escritura se caracterizó por ser itálica, muy negra, con pocos contrastes, trazos cortados y algunos engrosamientos.
Durante el imperio de Carlomagno, el latín se vuelve la lengua oficial, algunas minúsculas toman su forma actual y la composición de los textos es más cuidada.
En esta época, las mayúsculas se realzaban a modo de elementos decorativos.
Los libros comienzan a ser considerados como una herramienta necesaria y empiezan a ser reproducidos en caracteres móviles por Gutenberg.
En el Renacimiento, los cánones de composición geométricos de las grandes obras de la antigüedad retornan.
Giambattista Bodoni (1740-1813) individualiza las cuatro virtudes que debe poseer un buen caracter y dice que debe ser regular, nítido, de buen gusto y bello.
Finalmente, con la revolución industrial, surge la distribución de libros, periódicos, revistas, folletos y diversos materiales publicitarios.
Para esta época, el diseño de las letras ya va tomando forma dependiendo de las tendencias.
El taller tipográfico se industrializa y la mayoría de los alfabetos son extremadamente decorativos.
En la actualidad, las tipografías tienen el poder de dar fuerza e identidad a un texto, obra de arte o publicidad y siguen siendo una de las herramientas más comunes a través de las que el ser humano se comunica.