Anni Albers: arte textil para un mundo moderno
Dentro de las artistas que pasaron por la Bauhaus, Anni Albers es sin duda una de las más destacadas.
Nacida Anneliese Fleischmann en 1899 en la ciudad de Berlín, Albers se crió en una familia acomodada de origen judío.
Desde muy pequeña tuvo acceso a una educación artística y en 1919, entró a la Escuela de Artes Aplicadas de Hamburgo.
Pero cuando descubrió la novedosa oferta de conocimientos de la Bauhaus, entró a esta escuela en 1922.
De la Bauhaus al Black Mountain College
A pesar de que su modelo se proponía como progresista, las actividades en la Bauhaus estaban muy divididas por el género de los estudiantes.
Las mujeres no podían tomar talleres de metalurgia o carpintería, así que Anni Albers entró al departamento de textiles.
Ahí ella comenzó a explotar este medio, que se veía como una herramienta complementaria.
Y gracias a la libertad con la que se acercó a los materiales y las máquinas, descubrió todas las posibilidades que daban los textiles como arte.
Anni Albers mezclaba materiales naturales con sintéticos, buscaba la manera de sistematizar sus patrones mediante módulos.
También tejía tramas superpuestas y así creaba volúmenes y niveles en una sola pieza.
Siguiendo los lineamientos de la Bauhaus, de pensar el arte como funcional, Albers creaba con una perspectiva arquitectónica.
Por ejemplo, en 1929 hizo un tapiz colgante para un auditorio que tenía una doble función: absorber sonido y reflejar la luz.
En 1933 Anni Albers y su esposo Josef recibieron una invitación para instalarse en el Black Mountain College, en Carolina del Norte.
Con la presencia del nazismo en Alemania la Bauhaus había cerrado, así que ellos viajaron a esta escuela experimental.
Contacto con múltiples influencias
El Black Mountain College fue un centro de educación artística que se basaba en la interdisciplina y la colaboración.
Se privilegiaba la práctica y el intercambio entre profesores y estudiantes.
Allí, Anni Albers organizó el taller de textiles y se dedicó a la educación y a desarrollar sus propios métodos de enseñanza.
Además, experimentó con muchos materiales nuevos para ella como el yute y el cáñamo.
También descubrió otros materiales industriales como los hilos metálicos que integró a sus composiciones.
Otra fuente que nutrió su trabajo fueron los constantes viajes por Latinoamérica.
Con su esposo Josef visitó México en varias ocasiones, y se volvió coleccionista de textiles peruanos.
El contacto con la producción textil latinoamericana enriqueció sus nociones sobre patrones, tejidos y técnicas.
Además del textil, Anni Albers hizo diseño de joyería y hacia el final de su vida hizo una producción gráfica muy potente.
Pero se ganó a pulso su lugar en la historia del arte moderno por haber redescubierto las capacidades expresivas y artísticas de los textiles.
De tal manera que técnicas ancestrales tomaron un aire de modernidad acorde con la vertiginosa vida del siglo XX.
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