Pérez Prado, el cubano que mexicanizó el mambo
Distintos ritmos surgen de mezclas que se llevan bien y pueden armonizar, tal es el caso del mambo y uno de sus máximos exponentes: Pérez Prado.
Dámaso Pérez Prado fue músico, compositor y arreglista.
Nació en Matanzas, Cuba, el 11 de diciembre de 1916. Desde temprana edad comenzó a tocar el piano clásico con un talento notable.
Estudió música en su país de origen, mientras que en su juventud trabajó con distintas orquestas de La Habana.
Entre ellas, destacaron la Sonora Matancera y la Orquesta Casino de la Playa. En esta última experimentó con nuevos sonidos y acordes.
De igual forma incorporó algo de jazz, danzón y otros cambios a melodías que usualmente no coexistían.
Vivió la llamada época de oro del son cubano, en tanto desarrolló un oído y técnica diferentes para el momento.
A partir de 1940, se adherió al contagioso ritmo.
El Rey del Mambo
Pérez Prado se mudó a la Ciudad de México en 1948. Es ahí donde compondría varios mambos, el No 5 y No 8 fueron los más conocidos.
Uno de los pioneros de dicho sonido, fue receptor de opiniones encontradas al respecto.
Después vendría la canción Qué rico mambo con el que desató un verdadero furor por el ritmo.
También intervino en lo que se conocerían como himnos para el Politécnico y UNAM, dos de las instituciones educativas más importantes de aquel sitio.
Fue fundamental para comprender la vida nocturna y musicalización de la misma a nivel Latinoamérica.
En 1980 se nacionalizó mexicano. Fue reconocido como máximo difusor de dicho género.
Además, quienes trabajaron a su lado confesaron que era uno de los más estrictos directores de orquesta.
El rey del mambo falleció el 14 de septiembre de 1989 en el lugar que lo acogió.
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