El fonógrafo, una revolución en el sonido
La invención del fonógrafo en 1877 representa un parteaguas en la forma en que nos acercamos al sonido, a la tecnología, y, por extensión, a la música.
El 21 de noviembre de ese año, Thomas Alva Edison anunció su más reciente invención.
Esta consistía en un aparato capaz de reproducir sonidos previamente grabados en surcos sobre una superficie.
Las ondas de vibración de los sonidos se registraban originalmente en cilindros giratorios.
Hasta la invención del fonógrafo de Edison, los dispositivos se centraban en el proceso de grabación.
El fonógrafo, “máquina parlante”
Los primeros experimentos de grabación de Edison fueron sobre cilindros de cartón cubiertos de papel aluminio.
La idea para la reproducción era invertir el proceso análogo de grabación y dejar que una punta recorriera los surcos trazados sobre los cilindros.
Cuando Edison presentó el fonógrafo por primera vez al mundo, lo hizo reproduciendo su interpretación de Mary had a Little Lamb.
El sonido en estos primeros aparatos se proyectaba gracias a estructuras cónicas que amplificaban las ondas sonoras, y que dan a los fonógrafos su reconocible imagen.
Fonógrafos, gramófonos y tocadiscos
En décadas posteriores, la invención de Thomas Alva Edison fue perfeccionándose.
De los cilindros de fonógrafo de papel de estaño se pasó a los de papel encerado, para su comercialización.
Hacia 1889 se sabe que la casa Edison comercializaba grabaciones musicales.
El único invento que pudo competir con el fonógrafo de Edison fue el gramófono de Emile Berliner.
Berliner patentó el uso de discos planos en vez de cilindros.
La tecnología usada por estos dos sistemas es en esencia la misma.
Y es la misma tecnología que hasta el día de hoy se usa en los tocadiscos, casi siglo y medio después.
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