Crear algo que trastoca su esencia y nombrarlo como si fuera la misma cosa es verdaderamente sublimarlo; insistir en su esencia sublime, no en la funcional o utilitaria. Eso es una de las caras del arte. Eso es lo que significa haber creado un objeto de desplazamiento humano que rueda sobre artefactos cuadrados –que mejor dicho, gatea como el tanque de guerra de Da Vinci– y, aún así, llamarle bicicleta de ruedas.
Para jugar a las alegorías, se dice que la bicicleta de “ruedas” cuadradas del diseñador industrial Sergii Gordieiev emula el desplazamiento de arrastre del extinto Michael Jackson cuando hacía el moonwalk que nació hace 40 años en una presentación. Sin embargo, es fundamentalmente una pieza con vocación artística, no una creación diseño industrial, pues eminentemente no busca (ni logra) la eficiencia ingenieril sino la generación de una emoción.
Esencialmente, el vehículo sobre cuadros –no se puede decir que sobre ruedas– avanza gracias a que entre las llantas cuadradas se mueven, al accionar los pedales, sobre una banda que las mantiene tensas. Como la oruga de un tanque de guerra.
Sergii Gordieiev reunió piezas de bicicleta desechadas para crear lo impensable y lógicamente imposible. Sin embargo, la hizo funcionar –a un gran costo de eficiencia– para demostrar que puede tener un sentido doble. Una vez que Gordieiev construyó el marco para los platos, agregó ruedas cuadradas que tienen rotación con la mínima fricción.
Si bien la bicicleta de ruedas cuadradas está lejos de ser práctica, es impresionante que el diseño realmente funcione y su función produzca algunas correlaciones con la sublimación de formas y artefactos.
Una hazaña que vale la pena aplaudir desde el punto de vista del diseño industrial y la ingeniería, pero que está hecha para admirar y sentir desde el punto de vista del arte.
En realidad, la bicicleta no rueda, sino que la goma –en una plataforma similar a una cinta transportadora– se desplaza como gateando cuando pisas el pedal.
La bicicleta tiene cadenas rectangulares envueltas en goma de neumático completó el bricolaje. Si bien el metal utilizado en las ruedas lo hace voluminoso, el peso se compensa con el cuadro ultraligero. Esto equilibra las cosas, haciendo que el viaje a pedales desconcierte a cualquiera que pase. Sergii etiqueta este como uno de sus proyectos más locos, y otros proyectos en su canal de YouTube tampoco son comunes.
¿El diseño es práctico? Absolutamente no. Pero evidentemente no quiere serlo. Es la bicicleta más famosa del mundo, al menos ahora, pues aunque no es bicicleta y no funciona como la mejor de éstas, nos tiene aquí, escribiendo y leyendo sobre ella más que cualqueira otra de la que hayamos oído o visto, sin ser ciclistas. Es el arte por el arte mismo. Esta bicicleta no es una bicicleta –diría Magritte– y sin embargo –como dijo el gran Galileo– se mueve.