El diseñador estadounidense Christopher Prinz desarrolló una de las sillas atemporales más hermosas que hemos visto.
Se trata de Wrinkled Chair, una silla meticulosamente hecha a mano con láminas de metal iridiscentes en llamativos tonos de azul, rosa y amarillo.
Luego de haberse graduado de la Escuela de Diseño de Rhode Island y de haber pasado un tiempo en Nueva York, el artista decidió regresar a Omaha, su ciudad natal, para poner en marcha los proyectos que tenía en mente.
En ese momento fue cuando empezó a experimentar con diversas técnicas de plegado y doblado, lo que dio pie a que descubriera el que se convertiría en su estilo característico: metal arrugado.
A Prinz lo que le intrigaba en aquel momento era cómo una delgada pieza de metal podía ser tan moldeable, así que experimentó cómo luciría dicho material si lo trabajaba con un martillo y una llave inglesa.
El siguiente paso que dio en su proceso creativo fue el de realizar aleaciones de zinc, cobre y níquel pues sabía que debía de encontrar algo diferente a lo que había disponible en el mercado.
Como resultado obtuvo atractivas láminas de metal iridiscentes a las que después convierte en sofisticados muebles, como la Wrinkled Chair.
Debido al hermoso trabajo que realiza y el material con el que las hace, esta silla literalmente sienta a los personas en una comodidad intemporal.
Justo eso llamó la atención de Patrick Parrish, un famoso comerciante de objetos de diseño en Tribeca, Nueva York, por lo que ahora él es quien vende sus lujosos muebles.
Wrinkled Chair es una pieza icónica que brinda versatilidad y sofisticación a cualquier lugar debido a que cuenta con un minimalista diseño.
