Lola y Manuel Álvarez Bravo: Dos miradas fotográficas
Dentro de las parejas sentimentales y creativas de la historia del arte mexicano, sin duda una de las más destacadas fue la formada por los fotógrafos Lola y Manuel Álvarez Bravo.
A pesar de que su matrimonio duró menos de diez años, la fotografía los acompañó el resto de sus respectivas vidas.
Los Álvarez Bravo se conocieron en la Ciudad de México y se casaron en 1925.
Se mudaron a la ciudad de Oaxaca en donde Manuel trabajaba como contable para el gobierno federal.
Él ejercía la fotografía de manera autodidacta y le enseñó a Lola los procesos de revelado e impresión.
Manuel Álvarez Bravo trabajó como fotógrafo de publicaciones como Mexican Folkways, documentando el arte y las tradiciones mexicanas.
Se dice que en ocasiones Lola le ayudaba tanto a tomar las fotos, como a revelarlas e imprimir.
Vidas y estéticas que se bifurcan
En los primeros años en los que los Álvarez Bravo trabajaron juntos, sus estilos fueron muy similares.
Ambos trabajaron retratos y documentaron la vida cotidiana, las tradiciones y los personajes mexicanos.
Posteriormente, sus inquietudes, temáticas y decisiones estilísticas tomarían caminos diferentes, al igual que sus vidas.
Lola Álvarez Bravo se enfocó en las representaciones femeninas, y su mirada sobre temas como la maternidad se destacaría fuera de lo estereotípico.
Pero en donde resalta particularmente esta distinción es en la afinidad que Lola tuvo por los fotocollages y fotomurales.
Mientras tanto Manuel se decantaría por colaborar en producciones cinematográficas en las que dejó plasmada esa mirada tan característica.
Sin duda los Álvarez Bravo, en conjunto y cada uno a su manera, fueron figuras clave para la historia visual de México en el siglo XX.
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