Las fotografías que captura el artista francés Jean-Baptiste Courtier suelen estar repletas de objetos y situaciones bastantes extrañas.
Gracias a esto es que Courtier logra transformar, por completo, escenarios comunes y corrientes en lugares mágicos y llenos de misticismo.
Su obra, si se analiza con calma, cuenta con una cierta quietud que delata algo de tristeza y soledad, por lo que su trabajo resulta mucho más complejo de lo que se ve a simple viste.
Jean-Baptiste Courtier es un joven fotógrafo que trabaja y vive en París. Originario del norte de Francia, llegó a esta ciudad en busca de algo, pero sin tener una idea precisa de lo que estaba buscando.
Después de trabajar en estaciones de radio y algunos estudios de sonido, fue cuando comenzó a trabajar en una agencia de modelos y nació su interés por la fotografía.
Debido a esto fue que empezó a desarrollar varias ideas que tenía en mente para poder capturarlas con la lente de una cámara. Sus compañeros de trabajo y varios fotógrafos lo animaron a hacerlo de forma profesional y así fue como inició su trayectoria.
El trabajo de Jean-Baptiste Courtier busca mostrar todo aquello con lo que sueña, lo que a veces resulta fascinante pero en otras ocasiones algo melancólico.
”Soy bastante egoísta en mi forma de trabajar. Quiero tener el placer de crear las imágenes que hay en mi mente y prefiero dejar a los espectadores que creen su propia historia en torno a la imagen”, explica el artista.