Con el tiempo, Philip Raskin ha desarrollado un estilo pictórico de empaste; usando la textura de la pintura y la forma de la pincelada, le da a cada uno de sus paisajes luminosos su propia realidad, sirviendo como una ventana suave hacia un mundo más allá.
Lo que ha distinguido sus pinturas no solo es la técnica impecable, sino también sus convincentes representaciones emocionales de escenas de la naturaleza.
Philip nació en 1947 y estudió en la Escuela de Arte de Glasgow, luego ingresó al mundo de los negocios y se hizo muy conocido como propietario de The Inn on the Green, un célebre restaurante de jazz en Glasgow que él y su esposa presidían.
Distant Dreams II. Fuente: Genesis Gallery
Sin embargo, no perdió el contacto con el mundo del arte, ya que el lugar se convirtió en una galería de calidad con un programa completo de exposiciones y visitas privadas.
Después de 20 años como restaurador exitoso, Philip volvió a su caballete y pinceles a tiempo completo.
Con una paleta suave característica y cielos dramáticos, el efecto general captura mágicamente las texturas, los estados de ánimo y la luz cambiante de su Escocia natal.
Philip está adquiriendo rápidamente seguidores leales de coleccionistas tanto en el Reino Unido como en el extranjero.
Sus pinturas y dibujos captan el interés de la artista por el paisaje y el cuidado medioambiental, así como su pasión y cariño por el mar, que a través de los años, se han vuelto su marca registrada.
En muchas de ellas, se muestra un océano turbulento iluminado desde arriba por una presencia divina abstraída, una imagen que se hace eco de las representaciones tradicionales del tema, pero con una sensibilidad fuertemente romántica y moderna.
Con esto, Philip Raskin se ha estabñecido como una notable figura de la escena pictórica marítima.
A través de los años, su método se ha basado en su capacidad para dibujar rápidamente, y con frecuencia, a lápiz, para luego pasar crear sus pinturas finales a través de su memoria de las escenas.
"Tiendo a pintar lugares muy privados para que el espectador los posea y los disfrute; sin gente, sin casas, sin postes de telégrafo, solo la madera a la deriva de una marea baja, la niebla cayendo sobre una colina distante y el silencio roto solo por el chapoteo del agua y las gaviotas que ascienden".