María Antonieta: moda, pintura, amistad y derroche

10 de Noviembre de 2020 a las 14:22 hrs.
La reina María Antonieta de Francia fue condenada a la guillotina luego de llevar una vida de derroches mientras el pueblo moría de hambre (Foto: Retratada por Vigee Lebrun en 1783)
La reina María Antonieta de Francia fue condenada a la guillotina luego de llevar una vida de derroches mientras el pueblo moría de hambre (Foto: Retratada por Vigee Lebrun en 1783)

 

La reina María Antonieta fue uno de los personajes más importantes de la historia de Francia y Europa. 

María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena, mejor conocida como María Antonieta de Austria, fue condenada a muerte por conspirar contra Francia, de promover intrigas, de arruinar las finanzas del país e incluso de haber mantenido una relación incestuosa con su hijo Luis Carlos.

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La archiduquesa era aficionada al teatro, a los grandes bailes, a los juegos de naipes y sobre todo a la moda, mientras el pueblo moría de hambre afuera de su palacio.

Como parte de la moda, el glamour y el derroche, a María Antonieta le gustaba estar rodeada de muchos amigos con los cuales pasar el tiempo y presumir sus sofisticados atuendos que luego eran replicados por las mujeres de la aristocracia francesa. 

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A falta de fotografía y video en ese tiempo, la reina quiso ser inmortalizada por los mejores pintores de la época, por ello se hizo muy amiga de una retratista en especial, Élisabeth Vigée Le Brun quien pintó a las celebridades de su tiempo.

Se tiene estimado que realizó 900 pinturas entre retratos, autorretratos y paisajes. Tan solo a su amiga la reina le hizo 30 retratos.

Marie-Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun, su nombre completo, huyó de Francia cuando triunfó la revolución.

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La pintora se exilió en Italia, Viena y en San Petersburgo y Moscú donde se relacionó con el zarismo ruso. Regresó en a Francia en tiempos de Napoleón I.

María Antonieta también se hizo amiga de la pintora Adélaïde Labille-Guiard a quien se le comparó con Lebrun. 

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Labille-Guiard y Vigée-Le Brun fueron aceptadas como miembros de la Real Academia de Pintura y Escultura francesa en 1783. 

También se supo relacionar con la realeza francesa, aunque ello le trajera problemas más tarde durante el movimiento revolucionario, donde le ordenaron destruir algunas de sus obras.

En 1790 hizo campaña para que las mujeres fueran admitidas en la academia. 

Tanto las obras de Le brun como de Labille-Guiard están dispersas y expuestas en museos de todo el mundo.