Isamu Noguchi fue un artista cuyas creaciones fusionaban de forma sutil y sumamente expresiva la vida contemporánea y tradicional japonesa.
Fue una fuerza creativa que se resistió a los límites, por lo que trabajó en numerosas disciplinas, incluyendo la pintura y la cerámica. También estuvo involucrado con el diseño de interiores y la arquitectura.
Debido a que tenía una curiosidad insaciable, Isamu Noguchi viajó muchísimo ya que de esta forma buscaba saciar su curiosidad e inspirarse en lo que lograba ver tanto en Asia, África, Europa y Estados Unidos.
Su arte, profundamente arraigado en la tradición, reiteraba la sabiduría subyacente y las verdades de la vida.
Noguchi estaba marcado por una estética asiática que creía en un vínculo entre todas las artes, y estaba constantemente buscando formas de unirlas.
Sus pequeñas y delicadas lámparas y sus grandes jardines de esculturas permanentes fueron inusualmente populares, por lo que llegaron a una amplia audiencia y ayudaron a llevar la escultura del siglo XX al ámbito de la vida cotidiana.
Noguchi era conocido por su sensibilidad a los materiales. Aunque experimentó con nuevos materiales, lo que incluyó el acero inoxidable, para él la arcilla, la madera y la piedra seguían siendo elementales, incluso sagrados.
Creía que las energías de la naturaleza estaban integradas en dichos materiales, por lo que la escultura se convirtió en una forma en que trató de aprovechar esas energías y comprender el orden cósmico del que formaban parte.
Isamu Noguchi nació en Los Ángeles, Estados Unidos, el 17 de noviembre de 1904. Su padre, Yone Noguchi, fue un famosísimo poeta japonés y una autoridad en el arte. Su madre, Leonie Gilmour, una destacada escritora estadounidense.
En 1906 lo llevaron a Japón, donde sus padres se separaron. En 1918 regresó a Estados Unidos, donde vivió hasta el final de sus días, el 30 de diciembre de 1988, y se abrió paso como uno de los más grandes escultores del siglo XX.