El neoyorquino David Hammons es toda una institución en el mundo del arte debido a que su conceptual obra se basa, principalmente, en la realización de disruptivas piezas, instalaciones públicas y esculturas, entre otras.
El trabajo de Hammons, quien cuenta con una trayectoria de más de 40 años, tiene un nivel de distinción crítica que supera (y por mucho) al sistema de galería convencional.
A través de los años, David Hammons se alineó con el llamado arte povera, corriente artística que emplea principalmente objetos que fueron desechados o que son totalmente triviales, para hablar de la vida de los afroamericanos por haber sido invisibilizados, esclavizados y explotados durante varios siglos.
Este artista, nacido en 1943 en Springfield, Illinois, ha realizado obras realmente poderosas, como vender bolas de nieve en Harlem o dibujar con tierra, para demostrar el ingenio con el que cuenta y que puede hacer arte, literalmente, de la nada.
Hace un par de años, Hammons llevó a cabo una serie de obras que, hasta el día de hoy, han dado mucho de qué hablar ya que literalmente rompió con su famoso estilo, lo que resultó grandioso.
Las obras en cuestión, las cuales no cuentan con nombre alguno, se tratan nada más y nada menos que de una serie de lujosos abrigos de piel los cuales intervino de una llamativa forma para degradar su valor.
Cuando dio a conocer esta intervención, Hammons fue duramente criticado debido a que muchos no entendieron que, en lugar de elevar el valor de un objeto de la calle, estaba degradando el de uno considerado como sofisticado.
David Hammons ha creado un vocabulario de símbolos de la vida cotidiana y ha jugado con ellos como nadie más lo podría haber hecho, lo que hace que su trayectoria sea sumamente especial y merezca la pena analizarla a fondo.