El arte povera, además de ser un estilo libre, también es la exaltación de un lenguaje directo, elemental, en un intento de expresar lo simple y rechazar la estética.
Esta teoría rechaza los iconos de los medios masivos de comunicación (mass media) y las imágenes reduccionistas, al pop art y todo su aparato industrial, y al minimalismo.
Lo que sí utiliza el arte povera es un alto grado de creatividad y espontaneidad para recuperar la inspiración, energía, placer y a la ilusión convertida en utopía.
Aquí dejamos cinco obras representativas del arte povera que han sido retomadas por otros artistas y museos en todo el mundo:
Mario Merz
Iglú de Giap (1968), es la obra más famosa de Merz a la cual regresó varias veces, para trabajar el “casquete” con distintos materiales y contextos.
El iglú y su concepto fue esencial en la trayectoria de este artista. Podría decirse que es una posición política, ya que el iglú puede asociarse a una cúpula, con todos sus significados.
Michelangelo Pistoletto
Conocida también como La Venus de los trapos consiste en una escultura de mármol rodeada de trapos que Pistoletto creó en 1967, y representa la permanencia de la historia y el cambio cotidiano al mismo tiempo.
La estatua de Venus es la antigüedad, mientras que los retazos de tela recuerdan el proceso de la moda que pasa y la degradación de la materia en un sistema consumista.
Giovanni Anselmo
Senza titolo o sin título es una de las obras de este artista italiano.
Sus propuestas generalmente están compuestas de granito, madera, piel de animal y otros materiales.
En 1972 participó en la exposición de arte Documenta5 y en 1990 ganó el León de Oro de Pintura en la Bienal de Venecia.
Pino Pascali
En La viuda azul, Pascali creó una araña de pelo sintético sobre estructura de madera, que en otros montajes se colgó del techo o subió a las paredes.
Su presencia resultó inquietante y cómica a la vez para los espectadores.
Jannis Kounellis
Este artista griego incluía animales vivos en sus obras lo que generaba controversia donde se presentaba.
Ese fue el caso de Senza titolo. Dodice cavalli vivi (sin título, 12 caballos vivos), una escena en la que doce caballos estaban atados en las columnas de una galería cuyo objetivo era mostrar al caballo que ha sido retratado infinidad de veces, en un contexto artístico, pero vivo.
Así, el arte dejaba de ser una representación inerte de un ser vivo, para ser real y tangible.