El Caballito de Manuel Tolsá: testigo de los cambios de la CDMX
Ubicada en la hoy llamada Plaza Tolsá, la estatua conocida como El Caballito, un retrato ecuestre del rey Carlos IV de España, es uno de los hitos del centro de la Ciudad de México.
Esta escultura única en su tipo es de la autoría del escultor y arquitecto valenciano Manuel Tolsá.
Y ha tenido una historia muy particular, llena de sobresaltos.
Fue inaugurada simbólicamente el 9 de diciembre de 1803 en su primera ubicación: la Plaza Mayor de la Ciudad de México.
El proyecto lo impulsó el virrey Marqués de Branciforte con la finalidad de congraciarse con el rey español.
El Caballito, prodigio técnico
La escultura creada por Manuel Tolsá mide casi cinco metros de alto y pesa cerca de seis toneladas.
Una de las particularidades que la distingue es que a pesar de sus dimensiones, fue fundida de una sola pieza.
Después de la fundición, Tolsá le dedicó a El Caballito catorce meses de trabajo para dejar la escultura lista.
Según las crónicas, tomó cuatro días desplazar la monumental estatua desde el taller de fundición a la Plaza Mayor, su aparente destino final.
El viajero y naturalista Alexander Von Humboldt estuvo presente durante el traslado y la inauguración.
El célebre alemán dedicó unas palabras al hecho en sus crónicas.
Se refirió particularmente al ingenio de Manuel Tolsá para diseñar los mecanismos de traslado del monumento.
La errancia de El Caballito
El inminente estallido de la Guerra de Independencia en 1810 puso en peligro al monumento.
Tras la consumación en 1821, se propuso que se fundiera el bronce para hacer moneda o armas.
El intelectual Lucas Alamán intercedió en favor de El Caballito por sus cualidades estéticas.
Y la escultura permaneció treinta años en el Patio de la Universidad, los primeros escondida del fervor popular.
En 1852 la estatua fue colocada en el cruce de las calles de Paseo de la Reforma y Paseo de Bucareli.
Fue declarada Patrimonio Nacional en febrero de 1931.
En este emplazamiento permaneció hasta finales de los setenta.
Así que su entorno se vio alterado por la progresiva modernización de la ciudad.
En 1979 se tomó la decisión de trasladar El Caballito al que es su espacio actual frente al Palacio de Minería, también de la autoría de Tolsá.
En 2013 la estatua pasó por un proceso de restauración fallida.
Así que tuvo que mantenerse fuera de la vista del público por casi cuatro años.
En 2017 se reinauguró oficialmente, y hasta el momento esta figura ecuestre se mantiene, como dice su placa “como un monumento al arte”.
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