En contra de los conceptos y estándares de la sociedad de su tiempo y con el fin de contrariar las artes surge en 1916 en el Cabaret Voltaire en Zúrich, Suiza, el movimiento cultural y artístico denominado Dadaísmo.
Propuesto por Hugo Ball, escritor de los primeros textos dadaístas, este movimiento se caracterizaba por su oposición al concepto de razón instaurado por el positivismo.
El dadaísmo se rebelaba en contra de las convenciones literarias y artísticas.
En el ámbito literario, la poesía era ilógica y de difícil comprensión y con humor y burla criticaba a la sociedad burguesa de aquellos tiempos.
La pintura seguía el mismo camino, las obras eran collages hechos con objetos de desecho y rescatados de la basura, en busca de la reacción del espectador.
Al cuestionar y retar los cánones establecidos, los dadaístas crearon una especie de antiarte moderno a modo de una provocación abierta al orden establecido.
El Dadaísmo surgió en Europa y posteriormente se extendió a Estados Unidos, Tristan Tzara se convirtió en la figura más representativa de este movimiento.
Marcel Duchamp, Jean Arp, Emmy Hennings, Richard Huelsenbeck y Sophie Taeuber-Arp, fueron algunos de los representantes de este movimiento.
El Dadaísmo se manifestó contra la belleza eterna, la eternidad de los principios, las leyes de la lógica, la inmovilidad del pensamiento, la pureza de los conceptos abstractos y contra lo universal en general.
Propugnó por la desenfrenada libertad del individuo, la espontaneidad, lo inmediato, actual y aleatorio y la contradicción.
En busca de expresar su rechazo ante los valores sociales y estéticos del momento, los dadaístas recurrían a la utilización de métodos incomprensibles y desafiantes, que se apoyaban en lo absurdo e irracional.