Andrea Mantegna (1431-1506) fue un pintor del Quattrocento italiano.
Cuando tenía 10 años comenzó a trabajar en el taller de pintura de Francesco Squarcione en Padua, maestro que hizo estudiar a Andrea copias de yeso de estatuas antiguas y pinturas sobre tela.
A los 17 años, realizó una pintura para el altar mayor de Santa Sofía, en Padua.
Mantegna también pintó los cuatro Evangelistas en la capilla de San Cristóbal, en la iglesia de los frailes Ermitaños de San Agustín.
A esa misma edad, Andrea se independizó de Squarcione y comenzó a frecuentar los anticuarios de Padua, prestando una atención especial a la pintura y el arte de la antigua Roma y perfilando su propio estilo.
En 1459, Luis III Gonzaga convence a Mantegna de trasladarse a Mantua. A partir de ese momento trabajaría toda su vida para la familia Gonzaga.
De ese vínculo laboral destacan la decoración mural de la Cámara de los esposos en el Palacio Ducal de los Gonzaga, Los triunfos del César, una serie de grandes lienzos y El Parnaso.
Su obra Lamentación sobre Cristo Muerto dio pauta a lo que sería la técnica de los siguientes años en la vida de Mantegna, la original perspectiva en la figura del Cristo es completamente inusual en la pintura renacentista.
La figura humana clásica fue una de las obsesiones de Andrea Mantegna, de ahí que reflejara en sus obras cuerpos de perfectas proporciones, sólidos y de gran expresividad.
Mantegna mejoró el método para dibujar las figuras en escorzo, vistas desde abajo.
También produjo diversos grabados en cobre que tuvieron gran repercusión y se distribuyeron incluso en Alemania, influyendo en diversos artistas europeos.