La escultura como forma de expresión encuentra sentido en las manos y la mente de Adolfo Schlosser, quien juega con el espacio y la tensión a través de dicotomías entre naturaleza y cultura.
Nació en Austria el 18 de julio de 1939 y fue el menor de siete hermanos. Muy joven aprendió las técnicas y procesos de la cerámica, la pintura y las técnicas artesanales de la construcción en el taller de cerámica de su padre, ubicado en Leitersdorf.
Coleccionista de setas y otros elementos del reino fungi, Schlosser estudió en la Escuela de Artes y Oficios en Graz hacia 1953.
Influido por la literatura de Pushkin, Gogol y Dostoievski, y la filosofía de Wittgenstein y Friedrich Nietzsche; también ocupó las aulas de la Academia de Bellas Artes de Viena.
A mediados de los años sesenta se instaló en Madrid y en poco tiempo cobró relevancia dentro del universo artístico español. Convirtiéndose décadas después en una eminencia para el arte contemporáneo de esa región.
"Él está de lleno en una generación que representa un cambio en las artes plásticas en España, con su contribución a la ola de nuevos enfoques en el campo de la escultura particularmente relevante", describe la biografía del artista.
Asimismo señala que: “Tras sus primeras incursiones en el lenguaje geométrico, Schlosser presenta su propio vocabulario con una profunda conexión con la naturaleza. El aspecto más destacado de este período es la recuperación de la escultura como principal forma de expresión”, aunque se interesó en la literatura, la música y la creación de instrumentos musicales.
Su creciente interés por el espacio y la tensión lo lleva a experimentar con materiales como plásticos, metacrilato, cuerdas y gomas; sin embargo, en los años siguientes se mueve hacia formas y materiales divergentes a medida que comienza a experimentar con materiales orgánicos extraídos directamente de la naturaleza.
En 1991 fue reconocido por el Premio Nacional de Artes Plásticas, en ese mismo año fue incluido en la exposición colectiva 23 artistas, Madrid años 70, también participó en la muestra colectiva Contraparada 112 con la instalación Fata Morgana.
Para 1998 se inauguró la exposición retrospectiva Adolfo Schlosser en el Institut Valencia d’Art Modern, IVAM, Centre del Carme de Valencia con itinerancia al centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela, la más importante y completa exposición sobre su trayectoria hasta ese momento.
Tras una prominente carrera como escritor, artista, dibujante y escultor, Adolfo Schlosser falleció el 9 de diciembre de 2004 a la edad de 65 años en su casa de Bustarviejo.