Aunque su faceta más explotada fue la de pintor y por la que adquirió reconocimiento en el mundo, Pablo Picasso (1881-1973) fue también un escultor notable.
Amaba mucho sus piezas escultóricas, tanto que conservó la mayoría bajo su custodia, casi toda su vida.
El trabajo en tres dimensiones formó parte de su temprana etapa como escultor, Mujer sentada (1902) fue su primera figura que esculpió en arcilla.
También experimentó con distintos materiales como la madera, fruto de la influencia y gusto que tenía por la escultura africana.
Su obra Cabeza de mujer (1909) marcó el mundo de la escultura del siglo XX.
Picasso también empleó procesos artesanales en sus obras, la monumental escultura Mujer en el jardín (1929-1930) es reflejo de ello.
En los años 30, Picasso se dedicó más de lleno a las esculturas monumentales y comenzó a experimentar con técnicas como el bricolage y el proceso de impresión de yeso con materiales y objetos cotidianos.
En su última etapa de escultor trabajó con vasijas de cerámica.
En 2015, el MoMA de Nueva York montó la exposición Picasso Sculpture, en la que exhibió 140 esculturas del malagueño.