Un 8 de octubre, pero de 1988, Freddie Mercury, una de las voces mejor educadas y potentes que ha dado el rock, fue la última vez que se presentó en un escenario ante un público.
El Sida poco a poco acababa con la vitalidad del cantante de la banda británica Queen quien un año antes, es decir, en 1987, había sido diagnosticado con dicha enfermedad de la que aún no se sabía mucho.
Desde aquel momento, Mercury luchó como pudo y negó aquello que se decía a voces debido a que los feroces tabloides se daban vuelo comentando acerca de su cada vez más delgada apariencia.
A Freddie Mercury no le gustaba dar entrevistas y era prácticamente un ermitaño de cara a los medios, pero las señales eran claras ya que en sus últimos años se dedicó a descansar, grabar dos discos con Queen, uno más en solitario y otro junto a Montserrat Caballé para los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Y precisamente con Caballé, la legendaria cantante de ópera española célebre por su potente voz y sus interpretaciones de Rossini, Bellini y Donizetti, fue quien realizó su última aparición.
Mercury la admiraba como a pocas personas, así que concluir sus presentaciones en vivo con ella fue, literalmente, un sueño hecho realidad para la leyenda del art rock.
La noche del 8 de octubre de 1988 Freddie Mercury apareció de la mano de la fabulosa Montserrat Caballé en la Plaza Buigas de Barcelona, frente al imponente Museo Nacional de Arte de Cataluña.
El ambiente era festivo debido al sueño olímpico que aquella ciudad estaba viendo materializar poco a poco. Todo era alegría y entusiasmo, pero en el caso de Mercury ocurría lo contrario, pues sabía que su tiempo se estaba agotando y no había mucho que pudiera hacer.
Mucho se cuenta de aquella noche, pero pocas cosas se saben a ciencia cierta. El escenario se vistió de gala con la presencia de dos grandes, de eso no hay duda, pero Freddie utilizó una gran cantidad de maquillaje para ocultar las escaras del sarcoma de Kaposi.
Pese a lucir elegante y siempre imponente, los pasos que dio aquel día eran inseguros debido a que su pie derecho estaba necrosado por una infección.
Su imponente voz, aquella por la que el mundo lo reconocía, no funcionaba así que tuvo que hacer playback y dar un último esfuerzo junto a Montserrat Caballé para no decepcionar a quienes estaban presentes y lo logró, pues aunque su mundo se derrumbaba dio todo lo que tenía en aquel momento.
La presentación de Montserrat Caballé y Freddie Mercury fue impecable, pero este último nunca más volvió a subir a un escenario por lo que dicha noche sencillamente se volvió épica.
El final de Freddie Mercury llegó tres años después, en 1991, a sus 45 años, pero su última presentación quedó grabada como una de las más grandes de su carrera por todo lo que representó.