Lola Cueto, la artista polifacética que vivió entre títeres

24 de Enero de 2020 a las 12:23 hrs.


Lola Cueto, la artista polifacética que vivió entre títeres


Lola Cueto merece un reconocimiento especial como artista, polifacética abarcó distintas disciplinas encaminadas al desarrollo intelectual, no solo propio sino de una mayoría.

Dolores Velásquez Rivas nació en México el 2 de marzo de 1897.

A los 12 años ingresó a la Academia de San Carlos, fue la única mujer de su grupo, ya que en ese momento los varones conformaban una mayoría en las aulas.

En tanto, a los 16 fue profesora de la Escuela Nocturna para Obreros.

En 1919 se casó con Germán Cueto, la pareja, junto con sus dos hijas, Ana María y Mireya viajaron a Europa en donde se desarrollaron ampliamente en lo profesional.

Allí, Lola se dedicó a los tapices y tuvo algunas exposiciones mientras que Germán alcanzó uno de los puntos más importantes como escultor abstracto y vanguardista.

Al regresar a México constituyeron parte de una efervescencia cultural impresionante.

Lola, junto con otros artistas fundaron la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, en donde comenzaría a fabricar los primeros muñecos guiñol del país.

Importancia de la figura de Cueto

 

Lola Cueto no podía permanecer quieta por lo que exploró pintura, litografía, vitral, acuatinta, grabado, lacas y papel picado, entre otros.

También se desarrolló en el campo de la escritura y dramaturgia, pero en dos áreas en especifico destacó claramente: el teatro guiñol y tapices.

Uno de los personajes más entrañables de la artista fue el renacuajo paseador, que tendría su propia obra e incluso Silvestre Revueltas compuso la música.

Fue presentada en el Palacio de Bellas Artes.

De igual modo fue una constante coleccionista de arte popular, en particular juguetes, pequeñas obras que deseaba infundir en sus cercanos.

Su labor en cuanto a teatro escolar fue notable, ya que involucraba educación y formación de la infancia en aquel momento.

Perteneció a la compañía El Nahual cuya misión era alfabetizar, divertir y enseñar, aunque también estuvo en el teatro Rin Run y El Colorín.

Siempre con un afán educativo tanto en áreas urbanas como rurales.

En cada intervención que tenía se notaba un evidente compromiso social.

Falleció el 24 de enero de 1978, no sin antes dejar un prolífico legado.

 

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