La revolución industrial (1760 – 1840) trajo consigo cambios significativos en las formas de producción. La arquitectura se benefició con la aparición de nuevos materiales como el acero, el hormigón y el cristal resistente los cuales se mezclaron para dar vida a nuevas formas de construcción.
La fusión de hierro y carbono en el siglo XIX dio como resultado el acero, un material duro, rígido y resistente a la compresión, apropiado para la creación de máquinas, trenes y materiales para la construcción arquitectónica.
Aunque los materiales se comenzaron a fabricar en serie, su uso generalizado tardó en permear en las construcciones.
El hormigón, un tipo de concreto hallado en 1849, se utilizó en las obras de arquitectura hasta entrado el siglo XX. Algunos arquitectos no lo utilizaron porque alteraba la imagen tradicional de los edificios.
También el metal fue rechazado por los constructores porque no aportaba belleza a las obras, sin embargo, una vez comprobada su eficiencia en las edificaciones se comenzó a utilizar, sobre todo en Inglaterra del siglo XVIII. Francia, como un país industrializado también se sumó a su uso.
El hierro se comenzó a utilizar en estructuras con dinteles, (vigas o maderos horizontales), puentes, viaductos, andenes e invernaderos, galerías cubiertas, fábricas, mercados, kioscos, bibliotecas o almacenes comerciales.
Aunque aún había renuencia en su utilización, hubo arquitectos que aceptaron el reto de añadirlo en los proyectos, que los ingenieros no aceptaron, como el francés Henri quien se autodenominó “el arquitecto del hierro”, o Louis Auguste Boileau quien fue de los primeros arquitectos en añadir estructuras metálicas.
Al hormigón y al metal se unió el cristal para completar una obra. El cristal deja entrar la luz del sol y prolonga la luminosidad en los espacios. Inicialmente, el cristal no se utilizaba en hogares, solo en grandes construcciones.
El cristal tampoco tuvo una buena bienvenida porque en un principio era un material frágil. Con el tiempo se logró un material más resistente y perdurable.
La combinación de estos tres materiales ha aportado los elementos principales en la arquitectura de todo el mundo.