La luz encarna uno de las principales paradojas del mundo de la Física: es materia (corpúsculos) y es energía (espacio vacío). Es blanca e incolora, pero se descompone en todos los matices. La luz le da la razón a Newton, pero también a Hawkings. Es macroatómica y cuántica. Es inasible, pero también sirve para dar forma, como tres artistas lo han hecho para dar rienda suelta a su creatividad.
La luz ha estado presente en el arte durante siglos. El barroco o el gótico, que regula la cantidad de luz en la plástica o la arquitectura de esas dos escuelas, serían impensables sin este elemento.
Sin embargo, fue en el siglo XX cuando los artistas comenzaron a explorar las cualidades de la luz y las transformaron en su propio medio para materializar el arte. Esculturas, instalaciones inmersivas y formas de modelar el entorno a través de la luz, sus colores e intensidades, trajeron nuevas percepciones espaciales al trazar una relación única con la arquitectura.
Cuestiones que van más allá de la estética o el espacio, enfatizando temas políticos, identitarios y de memoria son abordados por los artistas a través del uso de la iluminación en el ambiente.
End Around: Ganzfeld, 2006. James Turrell. Foto: The Museum of Fine Arts, Houston
Acciones que revelan otras formas de apropiación del espacio y las potencialidades existentes en cada ocupación. Ante tales obras, es posible inspirarse para pensar cómo la incorporación de cualidades lumínicas puede influir en la imagen de la propia arquitectura.
Así, destacamos hoy –en el Día Internacional de la Luz– a tres artistas que, a pesar de diferentes enfoques, tienen la luz como principal medio de creación de sus obras y revelan, a partir de ella, nuevas formas de apropiación e intervención de los espacios: Dan Flavin, James Turrell y Carlos Cruz-Diez.
El venezolano Carlos Cruz-Diez (1923 – 2019) fue uno de los pioneros en trabajar con iluminación. Cruz-Diez fue conocido por sus contribuciones a los movimientos Kinetic y Op Art.
Chromosaturation. Carlos Cruz-Diez. Foto: MutualArt
Enfatiza la importancia de la luz en la creación del color desarrollando el concepto de "inducción cromática". Entre las obras más célebres se encuentra la serie Cromosaturaciones: se trata de instalaciones inmersivas que consisten en habitaciones llenas de luces de colores, en las que el espectador puede experimentar el color como un fenómeno físico y sensorial, más que simplemente visual.
El trabajo de Dan Flavin (1933 - 1996, Estados Unidos) es conocido principalmente por las lámparas fluorescentes en instalaciones que enfatizan las cualidades físicas y perceptivas de la luz. Sus arreglos a menudo se instalan en una cuadrícula o formación lineal, a menudo en diálogo con el contexto arquitectónico. Una obra que explora la creación de colores brillantes y saturados mediante la manipulación del espacio a través de la luz y la sombra.
Y, el único vivo y vigente de esta terna, James Turrel (1943, Estados Unidos), es uno de los artistas más importantes a la hora de trabajar con la luz como material. Cuando utiliza formas geométricas e iluminación cuidadosamente calibrada, él crea entornos inmersivos mediante la manipulación de la luz, la creación de marcos y un juego de colores que se relacionan con diferentes estructuras arquitectónicas.