Las instalaciones de sal del artista japonés Motoi Yamamoto son, literalmente, una oda a la vida.
Nacido en 1966, en Onomichi, Hiroshima, este artista encontró su camino a partir de un determinante y desgarrador momento de su vida personal: la muerte de su hermana en 1994 a causa de un cáncer cerebral.
Dicho suceso provocó una profunda crisis en Yamamoto así que, a partir de ese momento, empezó su eterna reflexión sobre la vida, la muerte, el renacimiento y la memoria.
Hay eventos que marcan y arrasan con todo aquello que somos y hay eventos que nos hacen reinventarnos, y precisamente esto fue lo que le pasó a Yamamoto pues a partir de esta tragedia se enfocó en investigar sobre las diversas formas de tratar el tema de la muerte en distintas sociedades.

Y así fue como la sal llamó su atención ya que es un elemento que se utiliza frecuentemente en los funerales japoneses y que está relacionado de mil formas con la vida humana.
En diversas entrevistas, Motoi Yamamoto ha explicado que en sus creaciones artísticas, especialmente instalaciones a gran escala, emplea sal ya que esta posee una relación con la vida humana que trasciende el tiempo y el espacio.
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Por eso el artista la ve como el elemento de conexión entre diferentes formas de vida, particularmente con la vida que crece en el mar, lugar de donde proviene su material predilecto.
La muerte de su hermana incluso influyó en la forma en la que Yamamoto empezó a trabajar, pues sus creaciones más célebres son laberintos, hechos también de sal, ya que el artista busca que sus trazos imiten la forma del cerebro.
Las instalaciones que Yamamoto crea parten de la idea de que los recuerdos se desvanecen, el trayecto de la memoria inicia pero no culmina.
El artista ha explorado otros materiales como la cera, el acero, el óxido, el cobre, el acrílico o las plantas ––en ocasiones mezclándolos con la sal––, y todos al final parecen tener una relación simbólica con la idea de la vida y la muerte.

Lo que comenzó como una íntima y profunda búsqueda para darle significado a su vida, hoy representa el sello característico de la obra de Motoi Yamamoto pues nadie en el mundo del arte crea obras con sal más bellas y que muestren el amor a la vida de una forma tan poética.