Las obras de Petrit Halilaj muestran, de forma sutil, la historia de su creador, donde lo personal y lo histórico se fusionan para dar paso a heridas que con el paso del tiempo han empezado a sanar y emanar bellos universos creativos.
A través de sus bellas y monumentales instalaciones, Halilaj aborda temas como la identidad cultural, nacionalidad y herencia, e ideas sobre la libertad personal.
No podemos ignorar que estos temas son los que le cautivan debido a todo lo que ha experimentado en carne propia. De niño vivió la guerra en su tierra natal, Kosovo, por lo que unos años después tuvo que dejar su hogar debido a esto, lo que marcó su futuro ya que a partir de este momento no dejaría de viajar por diversos motivos.
Sus gigantescas creaciones suelen estar ligadas a sus recuerdos infantiles, pues a pesar de ser sumamente bellas cuentan con toque de nostalgia y dolor que pocos artistas son capaces de transmitir.
El drama que vivió en la guerra y su condición de refugiado se reflejan en su poética práctica, pues su incansable búsqueda por el hogar que perdió está presente en todo lo que hace.
No importa donde exhiba Petrit Halilaj, pues el resultado será el mismo: indescriptibles instalaciones en las que conecta el interior con el exterior, a los espectadores con el entorno, lo que abre ventanas y puertas a mundos creativos nunca antes vistos.
Petrit Halilaj va más allá de lo que estamos acostumbrados, pues no crea piezas sino refugios en los que solo la belleza tienen cabida en forma de gigantescas flores y plantas que, por lo general, están acompañadas de seres mágicos como son las aves.
Sin habérselo propuesto, el artista hizo pública su intimidad, por lo que esta ahora cobra otra dimensión, una en la que reclama visibilidad pero sobre todo empatibilidad ante quienes están constantemente creando el universo que les gustaría habitar para sanar y dejar atrás lo que un día tanto dolió.