El japonés Masahisa Fukase, reconocido como uno de los fotógrafos más innovadores de su tiempo, cautivó al público por la gran carga emocional de sus obras.
El amor por la fotografía le venía de familia, sus padres tenían un estudio fotográfico y se especializaban haciendo retratos.
Años más tarde, Masahisa Fukase estudió fotografía en la Universidad Nihon de Tokio.
Trabajó en medios editoriales y de publicidad, pero descubrió que su verdadera pasión la encontraría trabajando como fotógrafo independiente.
En 1971 publicó su primer libro titulado Homo Ludens.
Yoko, su esposa, fue durante más de diez años su musa inspiradora y su objeto central a inmortalizar.
En 1978, el Salón Nikon de Tokio recibió su primera exposición de las fotografías de Yoko.
Ese mismo año, Masahisa se dirvoció y redireccionó su obra a los paisajes y amaneceres de la isla Hokkaidō en la que se refugió.
Los cuervos tomaron gran fuerza en su arte, ya que simbolizaban su estado anímico.
De ese dolor que sentía surgió su obra más conocida a nivel mundial Karasu (Cuervos), misma que se exhibió en 1979.
En 1986 se publicó un libro fotográfico con la obra de esos años de Fukase, mismo que está considerado como una obra maestra. Además, recibió el Premio Higashikawa, en 1992.
Ese mismo año sufrió una caída por las escaleras de un bar quedando en coma. Masahisa Fukase murió en 2012, tras pasar 20 años inconsciente.
Masahisa Fukase transformó el ritual del retrato familiar en una fuente de juego.