Diego Rivera, el muralista de inquebrantable compromiso social
Diego Rivera es uno de los máximos representantes del muralismo, por lo que la historia de su vida profesional y personal es digna de una novela.
Nació el 8 de diciembre de 1886 en Guanajuato, y tuvo un hermano gemelo que poco después falleció.
Su nombre completo era: Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez.
Estudió en la Academia de San Carlos, una de las influencias más fuertes para él fue José Guadalupe Posada.
En su juventud fue becado para viajar a París y continuar con su formación académica.
Ahí tuvo un profundo acercamiento con las corrientes artísticas en boga y a figuras como Pablo Picasso o Paul Cézanne.
En 1921 regresó a México por invitación de José Vasconcelos, quien veía en el muralismo una forma de educación para la población.
Su primera obra a gran escala fue La Creación en la Escuela Nacional Preparatoria, actual Museo de San Ildefonso.
Es ahí donde conoció a una de las mujeres más importantes de su vida, la también pintora Frida Kahlo.
Ambos artistas contrajeron matrimonio en dos ocasiones, la primera en 1929 y la segunda en 1940. Permanecieron juntos hasta la muerte de Kahlo.
Su trayectoria fue prolífica y relevante en todo sentido, los encargos que se le encomendaron eran nacionales e internacionales.
Entre sus trabajos destacan el mural de Palacio Nacional o el de la Universidad Autónoma de Chapingo.
De las últimas piezas que realizó se encuentran en el Estadio de la Ciudad Universitaria o el Teatro Insurgentes.
Falleció en la Ciudad de México el 24 de noviembre de 1957. Donó a su país lo que ahora es el Museo Anahuacalli, construido por él.
Sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.
Sobre la obra de Rivera
El contenido social fue una de las principales características de su arte.
Rivera, junto con José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros fueron las figuras más destacadas del muralismo en México.
Así, iluminaron distintos edificios públicos para que de esta manera el arte llegara a una mayoría.
Si bien había una narración constante en sus cuadros, también una investigación acuciosa sobra la historia del país.
Forjó y moldeó en gran medida la identidad nacional.
Marxista y comunista reinterpretó magistralmente distintos pasajes que consideraba claves.
Con una ideología revolucionaria y polémica a la vez, su compromiso social y político fue inquebrantable.
Su casa fue el centro de tertulias en las que las principales figuras en todos los ámbitos acudían.
La cultura nacional fue el hilo conductor de su obra y hasta ahora se le reconoce como uno de los más grandes artistas de todos los tiempos.
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