Papel picado: La artesanía mexicana de color, diseño y tradición
El papel picado forma parte de las festividades mexicanas más destacadas.
Es por ello que no sorprende verlo en bautizos o bodas; sin embargo, la fiesta más relevante para su uso, es el Día de Muertos.
Es así como sus diseños y colores variados, adornan altares y hogares mexicanos.
Pero que además, destacan por su dibujos y figuras hechas a mano por artesanos.
Con cinceles, martillos, planchuelas de plomo y punzones, es como crean calaveras, flores, follajes o aves, entre otros.
Por lo que su habilidad y creatividad para este oficio son admirables.
Un salto en el tiempo
En Mesoamérica se hacían o dedicaban figuras para sus deidades con papel amate.
Con la conquista española llegó el papel de china y se sabe que, alrededor del siglo XVI, los europeos hacían una especie de papel cortado.
La cuna del papel picado, sin embargo y por excelencia, es San Salvador Huixcolotla, Puebla.
Es ahí donde los peones cortaron dicho material por gusto, sin descuidar sus quehaceres en las haciendas.
Y que a partir del siglo XIX, se convirtió en una artesanía que se fue heredando de padres a hijos.
La tradición fue en aumento y con ello su venta a pueblos vecinos.
Para los años 60, ya era común, incluso en la Ciudad de México.
La destreza de aquellos que lo trabajan crece exponencialmente, por lo que actualmente se llegan a elaborar 50 hojas de una vez.
El papel picado es reconocido como parte de la identidad nacional mexicana.
Por lo que también es celebrado y apreciado nacional e internacionalmente.
Incluso, fue declarado como patrimonio nacional del estado de Puebla, en 1998.