Desde pequeña, la artista hindú Kashmira Sarode tuvo claro que quería dedicarse al arte, por lo que hizo todo lo que estuvo en sus manos para conseguirlo.
Tras haber estudiado arte en Mumbai, la India, Sarode decidió incorporarse al famoso despacho de diseño Locopopo en el que descubrió que le gustaría explorar varias facetas y no especializarse solo en una.
Por dicha razón su trayectoria artística empezó como ilustradora, pero hoy en día se dedica principalmente a la creación de murales en diversas partes del mundo.
“Crear un mural es algo increíblemente satisfactorio ya que se tiene un gran impacto social”, subraya.
El proceso creativo de cada mural, abunda la artista, es totalmente diferente, pero hay algo que trata de seguir en cada creación: trazar en su primer borrador la mayor cantidad posible de detalles que imagina tendrá cada mural, ya que esto le ayuda a determinar si necesitará usar un proyector para acabar la obra o si la puede ejecutar sin apoyo de la tecnología.
Un aspecto que Kashmira Sarode disfruta enormemente de pintar murales es el de sentirse totalmente libre de plasmar lo que más le gusta de este mundo: la naturaleza.
Y para esto la artista suele emplear una gama de colores alegres, buscando compartir con el espectador la alegría que siente al crear.
Para Sarode pintar un mural representa un reto físico y mental, pero es de las cosas que más disfruta así que a diario, pase lo que pase, se ejercita y medita.
“Cuando uno pinta un mural la cantidad de personas que te dan retroalimentación y se toman un poco de su tiempo para hablar con el artista es simplemente maravilloso, algo que no ocurre en otras disciplinas y eso es lo más enriquecedor”, asegura.
Kashmira Sarode, quien actualmente vive en Islandia, también realiza ilustraciones que imprime y vende de forma independiente y colabora en diversos proyectos editoriales.