El simbólico imaginario fuera de escala de Liliana Porter
Enfrentarse a las piezas e instalaciones de Liliana Porter exige un acercamiento y observación particulares.
Las obras de esta artista argentina, nacida en 1941, necesitan un espectador curioso.
A primera vista estas se nos presentan como dibujos o pinturas, como instalaciones en repisas de museos y galerías.
Pero conforme nos acercamos y las miramos detenidamente, descubrimos los diminutos personajes que las habitan.
Y así, comenzamos a trazar las líneas que relacionan entre sí a juguetes que dialogan con souvenirs de dictadores del mundo.
El humor reflexivo de Liliana Porter
Las distintas piezas existen a partir de figuritas y juguetes que Liliana Porter ha ido recolectando en mercados de segunda mano desde hace décadas.
El cariz nostálgico y la familiaridad de estos elementos es determinante.
De modo que están cargados de sentidos e interpretaciones que interpelan al espectador desde un primer momento.
Y es a partir de estos sentidos que Porter juega con los discursos, cuestionándolos y abriéndolos a múltiples lecturas.
Para Liliana Porter el sentido del humor es crucial en la concepción de sus obras, pues a través de él puede generar cierto optimismo.
Una filósofa de lo doméstico
Las figuras diminutas de las piezas de Liliana Porter se enfrentan a situaciones que las rebasan, literal y simbólicamente.
Y a pesar de ello, continúan en sus pequeñas faenas, de las que solo nosotros conocemos la inmensidad.
Así, conectamos con estos objetos inanimados, y nos identificamos en las tareas que realizan.
Liliana Porter ha trabajado en distintos medios a lo largo de sus cinco décadas de carrera: dibujo, pintura, grabado, instalaciones, teatro.
En todos ellos ha buscado expandir los límites, cuestionando ideas como la de realidad y representación.
Y en su búsqueda y su juego con las escalas, su trabajo nos ubica en nuestra propia escala con respecto a la inmensidad que nos rodea.
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