Andō Tokutarō, mejor conocido como Utagawa Hiroshige, es sin duda alguna el gran maestro del paisaje japonés.
Hiroshige perteneció a una de las más famosas escuelas de estilo ukiyo-e, la de Utagawa, y precisamente por esto se convirtió en uno de los paisajistas japoneses de mayor calidad.
A lo largo de su vida profesional, es decir, entre 1818 y 1858 creó 5,400 grabados, lo que lo consagró como uno de los más prolíficos dibujantes y grabadores .
Entre sus dibujos más conocidos se encuentran los que hizo del Monte Fuji y de Edo, la actual Tokio, en los que plasmó el ambiente y la atmósfera de la ciudad, con escenas de la vida cotidiana, antes de ser totalmente transformada en el periodo Meiji, que abarcó de 1868 a 1912.
La mayor parte de sus creaciones, en las que los colores verde y azul predominan, están ejecutadas en formato vertical.
De sus obras llama la atención la maestría con la que realizó los primeros planos que más tarde serían imitados tanto en el cine como en la fotografía.
Hay que subrayar que, en la época en la que llevó a cabo todos sus trabajos, los medios con los que contaba eran limitados para el grabado sobre madera, pero esto no le impidió ejecutar delicadas (y realmente asombrosas) transparencias de la atmósfera de las diferentes estaciones en paisajes donde la figura humana es una constante.
Gracias a la apertura que se produjo en Japón, sus obras traspasaron fronteras y llegaron a Occidente, especialmente a Europa que descubrió hacia 1870, con asombro, la originalidad de pintura nipona.
Sus creaciones ejercieron una importante influencia en algunos movimientos de las vanguardias europeas, sobre todo en los impresionistas, entre los que destacaron Vincent van Gogh y Claude Monet, además de los modernistas, llegando a dar lugar a un estilo que se conoció como japonismo.
Hiroshige murió en Tokio un día como hoy, pero de 1858, pero su legado solo se ha consolidado con el paso del tiempo.