Para Martín Ron pintar es, literalmente, una forma de vida, algo que realiza desde niño con los amigos, en la escuela y en la calle. Desde muy pequeño dio rienda suelta a su gran pasión por la pintura sin siquiera saber (o sospechar) que esto lo llevaría por todo el mundo, y que dejaría su visión, a través del arte urbano, en las ciudades más importantes del mundo.
Empezó a pintar cuando tenía 10 años y, bueno, en su clase era conocido como el artista. Todo el tiempo se la pasaba dibujando e imaginando seres fantásticos. Luego sencillamente empezó a pintar las paredes de las casas de sus amigos, la escuela y cualquier otro lugar que pudiera.
Fue así como vio en las paredes de las calles la oportunidad de convertirlos en enormes y fantásticos lienzos. Primero pintó cuanta barda pudo en su barrio, Caseros, y luego, muy rápidamente decidió pintar murales en todo Buenos Aires.
Nacido en la provincia de Buenos Aires, los muros de las calles de Tres de Febrero fueron gran punto de partida para pensar y desarrollar su tan característico y especial estilo. Luego, distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires, además de otras provincias de Argentina, y países como Inglaterra, España, Estados Unidos, entre otros, también han visto su arte.

Perspectiva y anamorfosis. Martín Ron. Foto: Martín Ron Instagram
Al ser un artista urbano, Ron siempre busca mejorar, de una u otra forma su estilo, por lo que los mundos de fantasía que crea pueden aparecer frente a un transeúnte o en algún inesperado rincón de cualquier ciudad.
Martín Ron se ha especializado en pintar elementos de la vida real, por lo que sus creaciones muestran (y de qué forma tan espectacular) que conoce la realidad que lo rodea.

Patitas sucias de tanto andar. Martín Ron. Foto: Martín Ron Instagram
Su obra incluye personajes reconocidos y populares como Sábato, “La Coca” Sarli, entre otros–, así como la naturaleza y los diversos efectos del ser humano en la tierra.
Por todo el mundo ha ido dejando coloridos trabajos para cambiar las imágenes sucias y grises que tienen algunos lugares. Una vez que su arte está completo en una pared de una ciudad, esa obra ya no le pertenece a él, sino a la sociedad. De acuerdo con el propio Ron inicia una especie de diálogo e interacción entre las personas y su arte, donde la libertad para interpretarlo es permitida y más que bienvenida.