Las profundas contradicciones juguetonas de Annette Messager
En presencia de una instalación de Annette Messager se despiertan numerosas sensaciones.
El uso que esta artista francesa hace de materiales como vestidos, juguetes viejos o fotografías, nos confronta con mensajes aparentemente disímiles.
Es así como los presenta intervenidos con estacas de metal, acompañados por textos o colgados en grandes espacios.
Sus piezas cuentan historias que ponen en relieve contradicciones entre infancia y adultez, interior y exterior corporal, oscuridad y luminosidad, movimiento y estasis.
Nacida en 1943, las primeras obras de Annette Messager coinciden con los movimientos sociales de finales de los sesenta.
Su predilección por materiales poco convencionales, así como por técnicas como la costura y el tejido al mismo tiempo la sitúan y desafían nociones de “lo femenino”.
De igual manera Annette Messager constantemente hace referencia al Art Brut.
Así como a manifestaciones populares como los cuentos de hadas, dentro de sus influencias importantes.
Entre lo juguetón y lo macabro
Annette Messager conforma sus obras como universos de múltiples partes.
Estas por sí mismas parecerían no tener relación en una experiencia cotidiana: pelo sintético, un peluche sin relleno, una fotografía raspada.
Y sin embargo, en los espacios que les crea Messager, generan una nueva narrativa.
En la que todo el tiempo vislumbramos presencias inquietantes.
Que sugieren cuerpos, infancias perdidas, bellezas costosas.
En algunas de sus instalaciones Annette Messager incorpora el movimiento.
Este se integra con mecanismos complejos o con aparatos simples como ventiladores.
En sus yuxtaposiciones inesperadas Messager usa el humor y el juego para excavar en el dolor y la ternura.
En sus instalaciones, piezas y performances conviven la belleza y la abyección.
De tal manera que a través de ellas nos encontramos con nuestra humanidad más cruda.
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