Tilsa Tsuchiya es, sin lugar a dudas, una de las artistas peruanas más reconocidas de la segunda mitad del siglo XX.
Su ascendencia japonesa la hizo cuestionarse sobre su identidad nacional y plasmar esto en su propuesta artística pues para ella esto significaba fusionar occidente y oriente desde una perspectiva andina.
La propuesta de Tsuchiya no buscaba únicamente el superponer una referencia oriental a la temática local, sino el construir un universo simbólico donde prevaleciera la armonía universal.
Nació en Supe, en 1928. En 1947 inició sus estudios en la Escuela de Bellas Artes, que para ese momento era dirigida por Ricardo Grau, uno de sus detractores más abiertos.

En 1949, por razones personales, Tsuchiya abandonó la escuela, pero la retomó poco tiempo después.
En 1959 regresó y obtuvo una medalla de oro por su destacado desempeño, formando parte de la generación en la que también deslumbró el artista Gerardo Chávez. Ambos, en el futuro, serían catalogados dentro de una estética surrealista.
En dicho año inauguró su primera exposición individual en el Instituto de Arte Contemporáneo y, al año siguiente, viajó a París a continuar su formación artística.
Su cuestionamiento sobre la identidad apareció tras la violencia que padeció por su origen oriental en el contexto de la Segunda Guerra Mundial debido a que muchos inmigrantes y descendientes japoneses sufrieron la persecución del Estado peruano y su consecuente deportación.
Al final, la solución que la artista propuso a sus cuestionamientos sobre la identidad la halló en la convergencia de los orígenes culturales, siempre dentro de la estética del surrealismo.
Y de esta forma y con el paso del tiempo, Tilsa, quien falleció el 23 de septiembre de 1984, logró tanto en el ámbito personal como en el artístico sentirse integrada a Perú, país que la vio nacer y dio forma a su universo creativo.
