El expresionismo fue un movimiento cultural que surgió en Alemania a principios del siglo XX.
Sus primeras manifestaciones se dieron en la pintura, convirtiéndose, a la par del fauvismo francés, en las primeras vanguardias históricas.
Fue un movimiento heterogéneo, una actitud y una forma de entender el arte que aglutinó a diversos artistas de tendencias muy diversas y diferente formación y nivel intelectual.
Surge como reacción al impresionismo, frente al naturalismo y su carácter positivista.
Los expresionistas defendían un arte más personal e intuitivo, donde predominaba la visión interior del artista.
El expresionismo era la deformación de la realidad para expresar de forma más subjetiva la naturaleza y el ser humano, dando prioridad a la expresión de los sentimientos más que a la descripción objetiva de la realidad.
Este movimiento se caracterizó por el uso de colores violentos y temáticas de soledad y miseria, con el fin de reflejar la amargura que invadía a los círculos artísticos e intelectuales de la Alemania prebélica, así como la de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
El expresionismo defendía la libertad individual, la expresión subjetiva, el irracionalismo, el apasionamiento y los temas prohibidos: lo morboso, demoniaco, sexual, fantástico o pervertido.
Edvard Munch, Vasili Kandinski, Ernst Ludwig Kirchner, Egon Schiele, Paul Klee, Piet Mondrian, Anita Malfatti, son solo algunos de los artistas que dieron auge a este movimiento.
El expresionismo se plasmó en gran número de campos: artes plásticas, arquitectura, literatura, música, cine, teatro, danza, fotografía, entre otras.