Saturnino Herrán, magnífico representante del modernismo mexicano
Cuando escuchas “ofrenda de día de muertos” quizá lo primero que se viene a la mente es la flor de cempasuchil ¿cierto?
Pues hubo un pintor mexicano que, fascinado por las costumbres mexicanas, pintó una ofrenda la cual se convertiría en su obra más famosa.
Ofrenda (1913) es una de las obras más emblemáticas del indigenismo mexicano y fue pintada por Saturnino Herrán.
Un bebé, una niña, un joven, una dama y dos ancianos. Todas las etapas de la vida, abordo de una trajinera en los canales de Xochimilco. Escena típica del México revolucionario.
Así es, Saturnino Herrán fue un maestro para plasmar la vida cotidiana en lienzos. Y convertirlas en obras de arte.
Labor (1908) Foto Munal.
Nacido en Aguascalientes el 9 de julio de 1887, Herrán fue un exponente del modernismo mexicano en su fase denominada indigenismo. Sin embargo, también se le considera seguidor del modernismo pictórico e iniciador del muralismo.
Hijo de un tesorero y literato espontáneo y una madre de ascendencia franco-helvética, Saturnino mostró desde pequeño su talento artístico.
Ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes -antes Academia de San Carlos- en 1904, donde tomó clases superiores impartidas por Antonio Fabrés. En esta época realizó algunos dibujos al carbón.
La Cosecha (1909) Foto Munal.
Más tarde, en 1907 pintó Viejo, una pintura de tinte naturalista, pero con un modo expresivo y modernista.
Aunque Saturnino aprendió bien la técnica del dibujo, se inclinó por la plástica y la materia pictórica. Con esto, comenzó a retratar la cotidianidad mexicana.
Por ejemplo, trabajadores humildes o mujeres vendiendo flores y cuidando de los hijos. Así como los "dos Méxicos", el indígena y el virreinal.
La realidad cotidiana y los temas crítico-sociales estuvieron siempre presentes en su obra.
En 1908, Herrán terminó su primera obra de gran rigor estilístico, Labor.
La Criolla del mantón (1915) Foto Munal.
En sus primeras obras, Herrán matizó la difusión de los contornos precisos de las figuras y objetos, técnica presente también en obras como Vendedoras de ollas (1909).
Tenía un estilo figurativo que equilibró el realismo costumbrista con el simbolismo modernista. En sus pinturas se aprecia un trazo con ondulaciones sutiles y sus personajes tienen una actitud real y a la vez mitológica.
Además, debido a la falta de material, Herrán realizaba pintaba con acuarela y lápices de colores, con lo que logró un efecto novedoso para aquella época.
Herrán nunca abandonó el mexicanismo en su obra. Orgulloso de los rostros de su tierra, plasmó a mujeres y hombres en su día a día.
Entre sus obras plásticas más reconocidas están: La leyenda de los volcanes (1912), Tehuana (1914), La criolla del mantón (1915) o Nuestros dioses (1916).
Nuestros Dioses (1916) Foto Munal.
Saturnino Herrán fue hospitalizado en 1918 a causa de un mal gástrico. Una cirugía mal realizada acabó con su vida un 8 de octubre.
Fiel a su ideología, Saturnino Herrán se aferró a la vida hasta el último segundo.
Aunque nunca hizo una exposición individual, sus amigos y colegas organizaron una como un homenaje póstumo.
Herrán abandonó la vida a los 31 años de edad. Recordando la última etapa de este tránsito terrenal que pintó en Ofrenda (1913).
El trayecto de la vida rumbo a la muerte. Un camino fascinante, colorido, real, mitológico y verdadero.