Tradición y creatividad envuelven la historia de Pasticceria Marchesi que desde 1824 abrió sus puertas en el corazón de Milán.
Ubicada en un elegante edificio del siglo XVIII esta pastelería familiar se ganó gran reputación a base de esfuerzo y dedicación por sus dulces hechos a mano.
Su fundador Angelo Marchesi comenzó a servir café por la mañana, cocteles por las noches y refrescos, además de pasteles, tartas, galletas y dulces recién horneados.
Pero el encanto de esta pastelería no se limita a su riqueza culinaria, sino que con el paso de los años se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos de Milán.
Desde su apertura, Pasticceria Marchesi ha mantenido una atmósfera auténtica, conservando sus muebles originales de principios del siglo XX.
Techos artesonados, espejos antiguos e iluminación Art Déco complementan la construcción.
Además, este negocio también se ha mantenido fiel a sus tradiciones fundacionales de trabajar con los mejores ingredientes, la más alta artesanía y la atención al detalle.
Los clientes son atraídos al interior de este emblemático lugar por la ornamentada fachada del siglo XVIII y los imaginativos escaparates.
Entrar a Pasticceria Marchesi es como formar parte de un país lleno de maravillas de tentaciones, donde distintivas cajas decoradas con cintas de colores brillantes encierran exquisitas creaciones para deleitar el paladar.
Casi 200 años después de su apertura, esta pastelería opera desde su ubicación original bajo la dirección del nieto de Angelo Marchesi.