No hay nada que deteste más Lu Yang que las etiquetas. Nació en China como una mujer, pero actualmente se reconoce como una persona no binaria que ha tenido éxito en el mundo del arte sin ser artista.
Las creencias de Lu Yang y su enfoque creativo hacen que nuestra sociedad, impulsada por la identidad, con su necesidad de clasificar para comprender, mire hacia atrás.
La fantasía cibernética del videoarte de Yang es, si queremos definirla, una puerta a un futuro y a la identidad. Es básicamente un reino de posibilidades en el que las preguntas se reformulan en: "¿qué pasaría si?".
El visionario trabajo digital de Lu Yang fusiona mitologías antiguas con tecnología de vanguardia y conceptos tomados de desarrollos en biología humana, lo que resulta algo bastante complejo pero fantástico.
Gracias a su disruptiva propuesta es que esta artista con sede en Shanghái ha podido obtener miles de entusiastas seguidores en toda Asia durante más de una década.
Experimentado principalmente en las pantallas, sus obras están pobladas por semidioses musculosos, células tumorales que danzan e incluso un superhéroe llamado hombre útero.
En cuanto a las audiencias occidentales a estas les ha llevado un poco más de tiempo responder a sus propuestas debido a los contextos culturales, pero poco a poco va dando a conocer su propuesta e impactando de mayor forma.
Con su arte digital, Lu Yang abre un abanico de posibilidades para conectar espiritualidad con tecnología de una forma nunca antes vista.
Sus obras se centran en explorar temas como las vidas de las personas, sus deseos, limitaciones y las funciones que pueden llevar a cabo todos los cuerpos.
Lo anterior le permite ir más allá de los límites de la identidad para pensar libremente en un nivel superior, en un universo infinito y así que cualquier ser humano pueda entender sus obras.