Michelle Gurevich: alma rusa, que compone melodramas musicales
Nacida en Tonronto, Canadá e hija de migrantes rusos, Michelle es una cantautora que envuelve, apasiona y erotiza sutilmente a quien la escucha.
Considerada la versión femenina de Leonard Cohen, dibuja en su música, luces atrapadas entre tinieblas y forma letras crudas, transparentes, simples y complejas capaces de narrar lo cotidiano: romance, tragedia, amor, muerte. Todas ellas un trayecto entre los caminos de la verdad y la consciencia.
Ante sus cuatro álbumes de estudio: Party Girl, (2007), Show Me The Face (2010), Let’s Part in Style (2014) y New Decadence (2016), resulta increíble que grabe y produzca sus discos desde la simplicidad de su dormitorio.
Sus influencias artísticas provienen de una educación rusa inculcada por un ingeniero y una bailarina del Teatro Kirov, sus padres.
Poseedora de una voz grave y andrógina, produce notas que combinan bajos, teclados vintage y sintetizadores que forman solitarios y vibrantes sonidos de fondo capaces de agudizar los sentidos. Realiza una fusión entre el rock slowcore y el chanson; además de las huellas interpretativas de artistas soviéticas de los 70 como Alla Pugacheva y Tanita Tikaram.
Con melodías trágicas, inteligentes y sarcásticas, la antes autodenominada Chinawoman asegura que “la incertidumbre es buena para el alma y para la composición”. Tal vez por ello, la cantautora transcurre desde 2007 en el mundo de la música luego de pertenecer por diez años a la industria cinematográfica.
Mayormente conocida en países de Europa del Este, Michelle asegura que su público lo conforman jóvenes y viejos queers y románticos. Su música es una retrospectiva y un presente que suspende los instantes, les da sentido y los almacena en un lumbral de silencios y memorias.